Komenski, más conocido por el nombre latino de Comenio, fue un gran pedagogo y gramático moravo, que vivió de 1592 a 1670. Pionero de la Didáctica, proponía al alumno un cultivo de los sentidos  que le condujera al cultivo de la voluntad, de forma que desarrollara sus propoias facultades y llegara a formarse una personalidad singular. Discípulo del valenciano Luis Vives, compartía con éste la problemática lingüística en un tiempo en que las lenguas gentilicias de Europa mostraban su voluntad de plenitud y autonomía. Vives como valenciano y Comenio como moravo, tenían diferente lengua materna, pero los dos usaban el latín como lengua internacional. Vives fue el primero en manifestar la necesidad de buscar alternativas: “Sería una felicidad si existiera un solo idioma que pudieran utilizar todas las naciones… Perecerá el latín y entonces se originará una gran confusión en todas las ciencias y los pueblos se considerarán extraños, unos a otros”. Comenio profundizó en el tema y realizó un estudio sobre las lenguas, con dos capítulos que mantienen una gran vigencia y que presento resumidos:

SOBRE LA RIVALIDAD RECIPROCA DE LAS LENGUAS

1.- Toda lengua se cree a sí misma la más bella, mientras que a las otras las considera bastas, sin refinar, hasta el punto de que hay muchos pueblos que la propia forma de denominarse significa “los que hablan claro” (helenos, deutsch) y en cambio a los vecinos les llaman los “mudos” o los que “hablan salvajemente” (bárbaro, germano)

2.- Todo hombre cree que su propia lengua fluye con facilidad, mientras que la de otros presenta muchas dificultades. Los que conocen sólo una lengua, les resulta muy difícil aceptar que lo que hablan otros son palabras. Para él no son más que confusos sonidos desordenados. Esta impresión la tienen incluso los que conocen varias lenguas y parece deberse a que las primeras impresiones se fijan más firmemente en el hombre y sirven de pauta para todas aquellas de la misma especie. De esta forma la lengua paterna se apropia el derecho de dar las leyes a las otras, como si ella fuese más perfecta y tuviese que guiar a las otras.

3.- Cada lengua se cree inimitable por el hecho de tener expresiones que, por su evocación, giros o exactitud, resultan intraducibles. Pero eso no significa perfección, sino un mayor uso de esa lengua en determinada materia y posiblemente le ocurra lo mismo a las otras, aunque en otros aspectos diferentes.

4.- La envidia conduce al odio y al desprecio y lleva a muchos a no querer estudiar otra lengua más que la suya. Aunque también hay quien estudia todas las posibles para presumir de políglota.

5.- A toda lengua le gusta extenderse por las más vastas regiones y quiere que la usen y gusten el mayor número posible de pueblos. Esta es la causa de que las lenguas se discutan recíprocamente las ciudades y territorios y que si alguna puede, domine y extermine a las otras, como ya les ha ocurrido a muchas.

POSIBILIDADES DE UNA CONCURRENCIA QUE LLEVEN AL PERFECCIONAMIENTO

1.- El dominar un gran número de lenguas no es signo de sabiduría. Tampoco la situación de los hombres sería de mayor felicidad si sólo conociesen una lengua. Convendremos, como algunos defienden, que los griegos fueron en su tiempo más sabios que los otros, porque teniendo una lengua propia más elaborada que la de los otros, no perdieron el tiempo estudiando otras lenguas y pronto se dedicaron al estudio de los problemas.

2.- No obstante, como las circunstancias actuales son otras, será necesario estudiar las lenguas.

3.- Deberíamos dedicarnos a estudiar una determinada lengua antes que otras, por una triple causa: 1ª.- Para que esta lengua, mediante una labor común de muchos, alcance la mayor perfección. 2ª.- Para que, al estar tan elaborada, pueda servir de modelo de perfección a las otras. 3ª.- Para que se acepte como medio de unión de los pueblos, como intérprete general de todos con relación a todos, a fin de terminar con la confusión de los pueblos y las lenguas. El problema es: ¿cuál debe ser esa lengua?

4.- Como sea que todas las lenguas están satisfechas de sí mismas y rivales con relación a las otras, todo pueblo desea lograr una posición ventajosa para la suya y muchos lo han intentado, bien aprovechando el mayor nivel cultural o científico o su privilegiada situación religiosa o la fuerza política.

5.- Como sea que tenemos ya una serie de lenguas que se usan más extensamente que las otras, nosotros desearíamos que estas lenguas se perfeccionasen convenientemente y se influyeran mutuamente de tal manera que sean capaces de traspasarse recíprocamente sus adornos y abrir a los otros pueblos y lenguas las puertas del saber. Pero como no buscamos el caos, sino el orden, debemos llevar la cantidad a alguna especie de unidad e insistimos en nuestra postura de que se elija una lengua, de cuyo completo perfeccionamiento se deben ocupar todos los pueblos. Existen razones que nos permiten esperar la posibilidad de crear una lengua exacta, real y armoniosa. Y al decir exacta nos referimos a que hasta el último guión no sea nada superficial, ni en sentido real ni en sentido formal. Real, que cada palabra iguale a la definición, de forma que el mismo sonido muestre a la mente la esencia del asunto. Totalmente armoniosa, totalmente ceñida a las reglas, sin que nada se lo salte. Podemos esperar que esta lengua sería diez veces más fácil que el latín, cien veces más rica y mil veces más conveniente para clarificar la esencia de cada asunto. Si este encomiable intento llega a triunfar, ciertamente será algo por lo que podremos felicitar a la suerte humana.