
La extendida opinión de que la música es un lenguaje universal, no suele considerar en toda su complejidad el amplio alcance de esa universalidad, derivada del hecho de que las funciones armónicas se extienden tanto a los movimientos vibratorios, pendulares y circulares, como a los diferentes campos (eléctricos, magnéticos, gravitatorios, acústicos…) y a la naturaleza ondulatoria de la materia, así como a las relaciones entre las partes y entre estas y el todo, con incidencia en los valores éticos y estéticos, todo ello interrelacionado y reforzado por las propiedades de superposición y resonancia.