1. Al iniciarse el siglo 21, la situación en el planeta Tierra está cargada de peligros a la vez que de maravillosas posibilidades. La especie humana que inició su andadura hace unos 2,5 millones de años, ha logrado construir instrumentos y máquinas de tan inmenso poder que lo mismo puede destruir por completo la vida que elevarla a un nuevo nivel evolutivo.
2. Para acertar el camino adecuado es necesario que la humanidad vuelva sobre sí misma en un proceso global de reflexión que le permita liberarse de los impulsos agresivos y competitivos, que arrastra de un pasado animal sometido a una lucha por sobrevivir, y desarrolle plenamente su naturaleza cooperativa y trascendente, aprovechando eficazmente los poderosos medios de que dispone.
3. La naturaleza cooperativa y trascendente emergió en la especie humana hace unos 35.000 años, cuando culminó su evolución biológica e inició la evolución cultural, que al estar basada en la palabra no se transmite genéticamente, sino a través de la enseñanza comunitaria y generacional.
4. A pesar de la radicalidad del cambio de naturaleza, se mantuvieron los impulsos animales y algunos incluso se agravaron al desordenarse. Lo que si ha ido cambiando progresivamente son las condiciones del entorno, debiendo señalarse dos ocasiones clave, una cuando hace unos 6.000 años, cambió su condición de depredador por la de cultivador y transformador de la tierra y otra cuando hace tan sólo 500 años, inició la comprensión de su emplazamiento espacial y la democratización de la escritura. Ahora se ve enfrentada a la necesidad y la posibilidad de estructurarse en una unidad plenamente consciente y solidaria, en una efectiva individualidad suprahumana.
5. No se dispone de un modelo de como tiene que ser esa individualidad. Hay que inventarla, pero la experiencia de las individualidades evolutivas ya consolidadas, como puede ser la célula o el organismo pluricelular, nos indican que la primera condición de todo individuo es tener inequívocamente definidos sus límites, que determinan un interior y un exterior, y una membrana que regule los intercambios de energía, materia e información entre el individuo y su entorno. Es la condición que ha hecho imposible la estabilidad y consolidación de imperios y civilizaciones, en los que, ni todos los que estaban dentro se sentían miembros, ni todos los que estaban fuera se consideraban ajenos. Es la condición que cumple perfectamente el planeta Tierra, con la ventaja de que tiene garantizada el suministro exterior de energía compensadora de entropía.
6. Los satélites meteorológicos han popularizado la imagen de una Tierra sin fronteras, los nuevos medios de comunicación permiten a cualquier ciudadano conocer en tiempo real lo que ocurre en cualquier otro lugar del planeta, las posibilidades de desarrollo personal ya no dependen sólo de la propia capacidad y las condiciones del entorno inmediato, sino que están gravemente condicionadas por la interacción global mundial. Nunca en el pasado el ser humano se había encontrado en una situación semejante y posiblemente todo el futuro de la Tierra dependa de lo que los humanos hagamos en este siglo que hemos empezado. Como también es muy posible que como en los grandes momentos cruciales, no quepan matices y, o bien la humanidad se unifica en plena armonía o se autodestruye.
7. La ONU debería ser la institución que guiara un proceso de armonización universal, pero su estructuración deja el poder efectivo en manos de las potencias vencedoras de la segunda guerra mundial, lo que la hace inservible para esta tarea. Tampoco podemos dejar que sea el Foro de Davos el que decida nuestra existencia y la de nuestros descendientes ni debemos delegar en el Foro de Porto Alegre o movimientos similares. La cuestión es demasiado importante para delegar en nadie y debemos ser todos los humanos los que asumamos nuestro propio devenir.
8. El hecho de que esa función no pueda ser ejercida directamente no significa que no pueda articularse una interacción global simétrica y equitativa. Armonizar los intereses, necesidades, ideas, sueños, proyectos y problemas de seis mil millones de seres humanos y lograr que de ese encuentro tan copioso de diversidad surja un sentimiento suficientemente unitario para poder definir una nueva individualidad es la tarea más importante y urgente que clama al genio creador de los humanos. Pero más que aventurar fórmulas personales voluntariosas, la dinámica creativa aconseja situar claramente los elementos que pueden conformar la respuesta, pues es posible que si la cuestión está correctamente planteada, en un momento determinado, inesperada y simultáneamente, la respuesta aparezca en millones de corazones como aparecen las grandes creaciones, como un instante eterno en el que un nuevo orden se muestra con total claridad y detalle.
9. Porque al igual que las anteriores explosiones evolutivas nos muestran la exigencia de la clara definición de la membrana, también es constante la simétrica y equitativa participación de todos los elementos que conforman el interior del individuo. Y hay suficientes indicios para afirmar que es en este profundo encuentro interior en donde radica el poder creador de la materia.
10. El poder de invención y creación radica en zonas profundas del ser no sujetas al control de la voluntad. La voluntad inquiere, formula la cuestión, ordena los elementos que contiene o la rodean, para después dejar que sea la propia dinámica interior la que genere un encuentro diferente a todos los producidos anteriormente y nazca una imagen nueva, un principio esclarecedor, una palabra sugerente que facilite e incremente el conocimiento de la gente. Por eso el creador trabaja profundamente el tema y luego toca el piano o se va a pasear, hasta que, al subir al tranvía o a mitad comida, surge la llamarada. La excitación y el placer tan general que se siente induce a pensar que todas las células sin excepción han participado en la obtención de ese resultado.
11. La más importante creación que tiene que realizar el ser humano, TODO ser humano, es su propio sistema mental. Su red neuronal, no viene determinada genéticamente como en los otros animales, sino que va extendiendo sus ramificaciones y creando sus nudos y conexiones en función del continuo encuentro entre su dinámica interior y el condicionamiento exterior. Esto ha permitido al ser humano adaptarse a las más diversas circunstancias ambientales, pero también lo ha expuesto a ser manipulado, a ver anulada su singularidad, su condición de obra única, su capacidad autocreadora. La dinámica interior no ha cambiado en los últimos 35.000 años, pero los condicionamientos externos han cambiado radicalmente pues se han ensanchado hasta implicar a todo el planeta y se han hecho tan complejos que ningún sabio puede pretender comprenderlos en su totalidad.
12. La división del trabajo y el logro de eficaces sinergias ha sido el mecanismo que ha hecho posible la civilización. Pero la especialización es también la causa del corporativismo y de los más grandes enfrentamientos en el interior de una misma sociedad. Actualmente ha llegado a tal punto que los grandes sabios tan solo conocen una parcela muy reducida de la existencia y siempre que esté debidamente aislada. Cuando está en un medio abierto, que es el medio de la vida, las complejas interacciones precisan una convergencia interdisciplinar cada vez más amplia. La complejidad y fluctuación alcanzada impide confiar en que aparezca un genio que nos pueda ofrecer las coordenadas, características o estructura de esa nueva individualidad, de esa Tierra consciente y unificada. También aquí la naturaleza nos aporta su experiencia, y nos muestra que los organismos superiores son resultado de una larga y compleja interacción entre las células, así como que éstas son resultado de una eficaz sinergia entre las proteínas. Parece pues que habría que intentar que fuese la solidaridad entre todas las personas la que hiciera emerger esa nueva humanidad.
13. La tarea preparatoria debe empezar por secularizar las virtudes teologales. No porque haya que negar a Dios, sino porque no hay que invocarlo en vano y los hombres deben asumir sus responsabilidades. La primera virtud es la caridad, a la que quizá convenga llamar solidaridad. Sin ella, sin fe en la especie humana y sin esperanza de lograr una nueva humanidad, es posible que los enfrentamientos, la competencia y la incomprensión entre los pueblos lleguen a tal extremo que la evolución tenga que continuarse partiendo otra vez de las musarañas. Las virtudes teologales hay que proyectarlas sobre el ser humano real y esencial, cualquiera que sea el desarrollo concreto de su inmenso potencial, pero especialmente sobre aquellos que pueden calificarse como verbotarios.
14. Por verbotario hay que entender al ser humano, en cuanto que emerge del animal al desarrollar el habla, y en especial al que, en las actuales circunstancias, por no disponer de los medios técnicos para que su palabra supere los límites espacio-temporales del habla, tiene graves dificultades para asumir su singular e imprescindible función en el concierto humano. Hasta hace unas pocas décadas, antes de que estallase la información globalizadora, los verbotarios formaban comunidades relativamente pequeñas pero de profundas resonancias en las que participaban con la totalidad del cuerpo, con sus gestos y sus esfuerzos, y lograban que los distintos ritmos de la vida se encontraran: el del sol y el de la luna, el de los niños y el de los viejos, el tiempo de la siembra y el de la cosecha, el de la caza y el de la veda. La escritura intervenía de forma desigual, pero por lo general, la información que aportaba era recreada por completo, en parte olvidada, en parte integrada al corpus resonante de la comunidad. No se trata de añorar aquellos tiempos cargados de impotencia sino de valorar adecuadamente su inmenso potencial como línea natural ascendente de la creatividad, y poner los medios para que la resonancia resultante comprenda a toda la humanidad sin exclusiones.
15. La UNESCO ha promovido una campaña en defensa del «Patrimonio oral e inmaterial de la humanidad». Entre sus objetivos figura el preservar las culturas amenazadas, frenar la dinámica de desaparición de los 3000 idiomas que se hablaban en el mundo, afirmar el papel de las raíces culturales ante los efectos destructivos del fundamentalismo tecnocientífico. La campaña es fundamental y desgraciadamente está teniendo un desarrollo episódico, aunque quizá su falta de vitalidad radica en su mismo planteamiento, pues señala los efectos, pero no las causas. Cuando una persona empieza a perder peso, es evidente que esa pérdida es solo la manifestación de una causa que hay que buscar y corregir y si esa pérdida coincide con un cambio notable de forma de vida y alimentación, urge revisar el nuevo régimen, pues lo más probable es que no reúna las debidas condiciones. Determinar la función de lo intangible y evitar la destrucción de unas culturas que recogen la experiencia de siglos e incluso milenios exige en primer lugar cuestionar los nuevos determinantes culturales, definir y ordenar la información y sus mecanismos de producción y control, así como no considerar lo oral e inmaterial como una riqueza estática, tal como sugiere el concepto de Patrimonio, sino como una fuerza, como un agente fundamental de la dinámica de la existencia.
16. Desde la perspectiva patrimonial la tecnología actual permite registrar las leyendas, historias, refranes, costumbres, leyes, contadas de viva voz por diversos representantes de todas las lenguas y formas dialectales que existen en la Tierra, y de hecho se está haciendo en muchas de ellas. Pero esas palabras registradas que se pueden repetir miles de veces, no es la palabra viva que la humanidad necesita. La palabra viva es efímera, singular, fluctuante, pero es la única que puede enlazar la evolución biológica con la cultural y buscar la plenitud de una nueva dimensión evolutiva.
17. En la ciencia y en la técnica la palabra tiene un significado objetivo, pues cada proposición tiene que estar avalada por una experiencia repetible, lo que la sitúa en una dimensión cerrada y reversible. Esta objetividad ha permitido un progresivo y continuado avance que tiene que alcanzar a la economía convirtiéndola en la ciencia de las interacciones entre recursos y necesidades, pero que nunca podrá satisfacer a la ética, la política ni la religión que descansan en la subjetividad y por lo tanto en la necesidad de conectar individuos en lugar de proposiciones. La vieja sentencia «La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero» ha sido efectiva en las ciencias, pero no en las humanidades, por la sencilla razón de que la verdad de Agamenón no es la misma que la del porquero, sin que por ello dejen las dos de ser verdad. Toda proposición es un axioma para el individuo que la emite, pues aunque sepa que es falsa la emite para que sea considerada como verdadera porque así conviene a su interés personal. La clave no está en la axiomatización de la lógica, sino en la conectividad de los emisores.
18. Hay que distinguir cuatro tipos de verbotarios:
1) Los que no tienen ni siquiera la palabra, no porque sean mudos, pues estos pueden recurrir a otros medios de expresión, sino porque su mensaje esencial no es cultural, sino biológico: tener acceso a la comida, el agua potable, la higiene, las medicinas y otros medios de salud existentes, que les permitan sobrevivir.
2) Los que no son conscientes de su condición de verbotarios porque disponen de medios de comunicación que perpetúan y extienden sus proposiciones, aunque sean de hecho inoperantes ante el aplastante poder de los agentes mundiales
3) Los que forzados a realizar tareas rutinarias de mantenimiento no aciertan a valorar ni ver reconocido su potencial creador. No está claro si la evolución biológica avanza gracias a las mutaciones o a las asociaciones. Pero es evidente que ella es posible porque los organismos son coherentes y estables gracias a que todas las células cumplen escrupulosamente su función cualquiera que ella sea. Y hay que recordar que las neuronas procesan la información que les llega de los diversos conjuntos celulares.
4) Los niños y adolescentes. Tienen la suprema responsabilidad de situarse como centro de un mundo por ellos recreado. El proceso se inicia con una predominio de la imaginación y debe culminar con una vinculación universal ilusionada. El que la mayoría no lo consigan debe urgir a cambiar los conectores personales.
19. Cada tipo de verbotario requiere un tratamiento específico. Los del punto 2 y 3 no cabe más que esperar que ellos mismos descubran la verdadera naturaleza de su frustración y se comprometan en un cambio pacífico y constructivo pero profundamente revolucionario. Los del punto 1 son los más dramáticos pero también los que más nos muestran la inutilidad de los voluntarismos personales. Tampoco basta con denunciar, o proclamarse la voz de su silencio. Lo que precisan es un cambio radical del lenguaje, que vaya más allá de las palabras y promueva las condiciones para que puedan participar plenamente con voz propia. En los del punto 4 hay que depositar la esperanza. No tanto porque serán los adultos del futuro sino porque cabe aprovechar el extraordinario potencial creador de su presente y reconocerle su condición de factor de renovación.
20. La cultura del verbotario es diferente a la del escriba. Este tiene mayor perfección formal, pero el verbotario está más vinculado a las raíces biológicas, pues su comunicación va acompañada de gestos, tonos y miradas que le obligan a ser más consecuente y humano y le hace más difícil el mentir. La escritura tiene que estar al servicio del verbo, y no al revés, como pretenden y han pretendido siempre los poderosos, a los que resulta más fácil controlar la escritura que el verbo y el pensamiento.
21. Nietzsche dijo que «En todo hombre hay escondido un niño que desea jugar». Konrad Lorenz se preguntó si no sería más correcto decir que «En todo niño hay escondido un hombre que desea investigar».[1] La diferencia radica en lo que se entiende por juego. En el niño, jugar e investigar es lo mismo, es ensayar, probar, su relación con el mundo. Si esta identidad entre juego e investigación se mantuviera, las dos frases nos conducirían a lo mismo: la naturaleza esencialmente inacabada del ser humano, su necesidad de continuar creándose. El problema está en que para muchos adultos jugar consiste en hacer ostentación irresponsable de su poder. Y la prepotencia y el atractivo de esta forma de vivir el juego, ahoga la dinámica creadora innata en el ser humano, o incluso destroza su existencia en el juego de la guerra. Las palabras de Nietzsche encierran el peligro de situar el placer antes que el deber, de evitar vincularse y consecuentemente, verse abocado a la soledad, al absurdo, al suicidio. La de Konrad Lorenz, el peligro de ahogar la imaginación, el juego gratuito. El encuentro del juego y la investigación, produce el trabajo placentero, incluso apasionado.
22. Cuando un hombre de 30 años convive con uno de 50 o 60 años, la diferencia de edad no tiene significación para la armonía o disonancia de la convivencia. Si la convivencia es con un muchacho de 5 o 15 años, la diferencia de edad conlleva ritmos vitales muy distanciados que exigen un esfuerzo de adaptación, de sintonización. La responsabilidad de ese esfuerzo recae sobre el adulto, que puede utilizar su poder para exigir al niño o al adolescente que se adapte a su cadencia, produciendo adultos prematuros, jóvenes resabiados, y relaciones chirriantes. Si, por el contrario, procura respetar los ritmos propios de cada paso de la edad evolutiva, el primer beneficiado es él, que se sitúa dentro de la dinámica natural que nos ha hecho lo que somos; después, los niños y adolescentes, que pueden desarrollar se poder de imaginación y creación; luego, la humanidad, que puede cimentar una estructura polifónica en la que las diferencias personales sirvan para enriquecer una eficaz, armónica y universal cooperación. Si no se logra un diálogo generacional, tampoco se podrá lograr entre culturas y clases sociales.
23. El logro de una humanidad unida en la armonía y en la sinergia, no depende del encuentro de una verdad primera sobre la que construir todo un edificio axiomático, sino de reconocer la condición del ser humano, de todo ser humano, de generador de axiomas, y en consecuencia, desarrollar los conectores adecuados para sintetizar, no los contenidos, que deben ser respetados, sino las frecuencias propias de cada individuo emisor, con el fin de lograr las condiciones para que todas armonicen y desaparezca cualquier clase de ruido. Si desde un principio ha sido la palabra la que ha hecho al hombre, ahora, cuando la humanidad alcanza su plenitud física debe volver sobre sí misma, en una acción profundamente reflexiva e invertir el proceso, inventando las palabras que recojan las resonancias convergentes y en las que todos puedan identificarse sin sentirse oprimidos ni opresores.
24. La naturaleza corpuscular de la Tierra es limitada y excluyente. La parte que ocupa alguien no puede ser ocupada por otro. Los bienes que yo consumo, ya no los pueden consumir nadie. La naturaleza ondulatoria, por el contrario, es profundamente integradora. A una orquesta de cien músicos se pueden añadir otros cien, sin que varíen las vibraciones que cada uno de ellos produce, pero enriqueciendo notablemente el resultado final. La sabiduría es de naturaleza ondulatoria. El sabio no deja de serlo porque comparta su saber con seis mil millones de personas. Este compartir lo más probable es que revierta en un incremento de sabiduría. Pero los poderosos deben su poder a la ignorancia. Por eso prefieren ser tuertos en un país de ciegos a que se logre para todos la visión completa.
25. Es de extrema importancia que lleguemos a conocer el universo ondulatorio en la compleja y profunda interacción de todos sus componentes, las consecuencias de su capacidad de reflexión, refracción y difracción y de otras características menos conocidas como es la del fotón, de mantener invariable la información de su origen a través de la inmensidad del espacio-tiempo y de simultanear su presencia según la paradoja ERP. Mientras tanto, es necesario asumir la condición efímera de la vibración acústica y mental, y de las síntesis que se generan, cualquiera que sea su amplitud y complejidad, y valorar adecuadamente los esfuerzos para superar esas limitaciones. La escritura y sus diversos progresos hasta llegar a la actual digitalización y conectividad multimedia y planetaria constituye el complemento fundamental del habla, para lo cual su dinámica y ordenación deberá reunir las características adecuadas para impedir todo tipo de desinformación, facilitar la reflexión individual y colectiva, y poner en comunicación exacta, consensuada, instantánea, transparente y metabolizable a toda la comunidad humana, de tal forma que se puedan establecer inequívocos, estables y simétricos vínculos y exigencias entre todos sus miembros.
26. La humanidad, plenamente integrada y armonizada, se mantendrá viva en la medida en que continuamente fluctúe, se reconstruya, se reinvente, y esa tarea, en nuestro estado evolutivo, tiene que descansar fundamentalmente en los adolescentes, pues en la medida que interioricen la existencia y asuman su identidad, la proyectarán necesariamente de forma singular, intrínsecamente original, aunque sólo sea porque esté expresada en idiolecto.
[1] Konrad Lorenz; Consideraciones sobre las conductas animal y humana; Ed. Plaza Janés; 1980; pag. 228
Comunicación presentada por Pascual Pont al Congreso «CONOCIMIENTO E INVENCION» celebrado en la Universidad Politécnica de Valencia, del 6 al 8 de marzo de 2002