He estado siguiendo con gran interés el Curso-taller basado en la obra de Nacho Dueñas y por lo que he leído y por el destilado total de Oscar Varela, no creo que logre el objetivo de Antonio Duato expuesto el 29 de abril a las19’19 de dar al Curso-taller el carácter de Suma, en la que “abordar todas las cuestiones y atar todos los nudos”, y no tanto por su advertencia de que “hoy las Sumas no pueden ser obra de una sola persona sino de un paciente diálogo de muchos” pues esto está siendo satisfecho por la gran cantidad, calidad y pluralidad de los comentarios, sino porque no pueden responder a la totalidad de las cuestiones y nudos que es necesario atar en la globalizada humanidad actual, puesto que está hecho desde una óptica cristiana que no comparte la mayor parte de la humanidad.

Esto no es una crítica al Curso-taller, sino a la pretensión de Duato. La reflexión y el diálogo que se está haciendo a partir del trabajo de Nacho Dueñas son fundamentales para liberar al cristianismo de los vicios acumulados por las ansias de poder y dominación, y así poder vivir plenamente el mandato evangélico del amor y sus exigencias de justicia y verdad. Pero la globalidad en que estamos sumidos actualmente, está obligando a realizar revisiones similares en otros ámbitos diferentes. Así se puede citar la política que está realizando el partido comunista chino de revisar el marxismo a la luz del confucionismo y a la inversa, madurar, aplicar y divulgar la sabiduría acumulada por la larga tradición confucionista en una estructura comunista. Muy diferentes, pero igualmente fundamentales, son los esfuerzos de muchos musulmanes, tanto desde la ciudadanía, como desde las universidades y las instituciones políticas por vivir un Islam abierto, acogedor, solidario, totalmente diferente al fanatismo intransigente de muchos mortíferos suicidas. También los científicos tienen la enorme responsabilidad de priorizar en sus investigaciones las más graves y urgentes necesidades de los humanos, y en el terreno de la estructuración política, la Unión Europea está enfrentada al desarrollo de un modelo de colaboración que supere los nacionalismos excluyentes y el dominio de las mafias financieras, entre otros nefastos sistemas.

Del caso de la Unión Europea Lula da Silva llegó a decir: El mundo no tiene derecho a permitir que la Unión Europea fracase, porque ya es patrimonio democrático de la humanidad. El caso de la Unión Europea puede ser efectivamente paradigmático si comparamos la primera mitad del siglo XX con sus dos Guerras Mundiales y la segunda mitad, con su desarrollo del Estado de Bienestar. Pero este paradigma está siendo destruido en el siglo XXI debido a que la disolución soviética ha hecho creer al liberalismo que ya no tenía oponente, abandonando la tercera vía, la que buscaba armonizar la solidaridad comunitaria con la libertad, cuando era por ese camino intermedio por el que había hallado la paz y el bienestar y podía haberse convertido en modelo para toda la humanidad, aunque para ello debería progresar en justicia distributiva, frugalidad y sostenibilidad.

Para desarrollar la Suma propuesta por Duato, (que viene a coincidir con el enfoque holístico del nuevo paradigma que Oscar Varela indica en el punto 3 de la “Introducción” y que M. Luisa (02-05-08:42) recoge para señalar que esto no tiene que ser tarea del Logos sino del Pathos) creo necesario seguir el criterio de Lola Cabezudo (29-04-20:20) de “que lo mejor sería establecer un hilo conductor que fuera engordando”. El problema está en establecer ese hilo conductor, pues si se acierta el engorde será natural y clarificador, pero, de lo contrario, su engorde contribuirá a la confusión. A esto habría que añadir el decidir si la tarea tiene que ser del Logos o del Pathos, aunque también es posible que haya que hacerlo uniendo a los dos, e incluso añadiendo el Ethos, para completar la trinidad aristotélica, si resulta que lo holístico no tiene que estar sólo en el resultado sino también en el método de búsqueda.

A este enfoque contribuyen diversos esfuerzos que se están realizando para dar una configuración holística al nuevo paradigma que la humanidad precisa, partiendo para ello del principio holográfico de que “la parte contiene el todo” reforzado con los fractales en el modelo holofráctico. Con similar objetivo aunque enfoque diferente hay que situar el paradigma triuno basado en el reciente descubrimiento de la naturaleza triuna del cerebro humano y que viene a coincidir con la indica trinidad aristotélica. El cerebro reptiliano equivaldría al ethos, la ley consolidada; el límbico al pathos, los sentimientos y el cortical al logos, la razón. Esto nos conduce al Dios Trinitario del cristianismo, a la confusión con que frecuentemente se ha tratado y a su posible interpretación laica apoyándose en las múltiples manifestaciones triunas de la existencia.

La confusión conduce a su marginación. Así, en 1948, cuando se fundó el Consejo Mundial de las Iglesias en los principios fundacionales consensuados por todas, se hacía alusión sólo a Jesucristo como Dios y Salvador, pero en 1950 hubo peticiones de que se hiciera un reconocimiento trinitario, lo que se aprobó en 1961 con el principio de que “Tratan de realizar juntas su vocación común a la gloria del único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Once años para consensuar esta simple expresión trinitaria obliga a preguntarse cuántos años llevará alcanzar un acuerdo sobre las funciones de cada una de las personas de forma que contribuya a que los seres humanos dispongan de un paradigma que les ayude a comprenderse y ayudarse en el logro de una feliz plenitud.

Entre las múltiples manifestaciones triunas que nos pueden ayudar a clarificar la significación de la Santísima Trinidad, podemos recurrir en primer lugar al agua, pues siendo siempre la misma se manifiesta en tres estados, sólida, líquida y gaseosa, y si nos ayudamos del tiempo, con su pasado, presente y futuro, podemos relacionar lo sólido con el pasado, con el Padre, el Ethos, lo que ya está establecido, lo medible y valorable, que nos condiciona pero no determina; lo líquido equivale al presente, al Hijo, al Pathos, lo que vivifica y determina; lo gaseoso es el futuro, el Paráclito, el Logos, lo intencional, que puede ser o no ser, según lo que determine y ejecute cada presente, puesto que éste convierte continuamente el futuro en pasado.

Se puede y se debe continuar exponiendo y analizando los distintos sistemas triunos y comprobar cómo se superponen hasta formar un continuo, cosa que estoy haciendo en otro lugar y que por su extensión no puedo repetir aquí, pero con lo dicho parece suficiente para establecer la hipótesis de que el hilo conductor que se precisa para vertebrar el diálogo y la eficaz colaboración de toda la humanidad es la dinámica triuna, generadora, no sólo de todos los sistemas triunos, sino también del flujo que los dirige hacia un objetivo común.

Lo que si será necesario aclarar, para responder al lugar central que ocupa la espiritualidad en el Curso-taller, es la naturaleza y función del espíritu en una dinámica triuna, aunque para no alargarnos tengamos que prescindir de muchas exposiciones previas. El espíritu es la naturaleza del ser, y ambos son el resultado de la interacción entre dos entes materiales, el individuo y su entorno, formando así el conjunto triuno de individuo-ser-entorno. Esto es aplicable a los diferentes individuos y entornos que conforman la evolución cósmica, planetaria y biológica, pero para abreviar y evitar las abstracciones habituales al tratar de estas cuestiones, nos podemos situar en el ser humano, que es la interacción entre el individuo humano y su entorno, interacción regulada por el progresivo desplazamiento de la inmanencia hacia la transcendencia. El inicio de todo individuo es totalmente inmanente. El self made man es totalmente falso. Nadie se genera a sí mismo sino que es generado por el entorno. La transcreación singular que realiza de todo el patrimonio que el individuo va recibiendo, va incidiendo progresivamente en el entorno, hasta que al llegar a cierta edad va cambiando el signo y empieza a predominar la transcendencia, hasta que puede llegar a ser totalmente transcendente al finalizar la vida del individuo.

El ser resultante de esa interacción tiene una naturaleza espiritual integrante del espíritu universal que transfiere continuamente su vivencia finita a la infinita. Esa transferencia varía en cada individuo y esa variación determina la forma y grado en que el alma o espíritu ligado al individuo, se incorpora al espíritu universal resultante de todas las interacciones que se producen en todos los tiempos y ámbitos. También en cada uno de estos ámbitos se manifiesta de forma diferente la dinámica triuna. La especie humana realiza un salto cualitativo en el proceso global al generar la evolución cultural capaz de incidir en el entorno de forma creciente. Esa incidencia sigue siendo individual y en Jesús de Nazaret se alcanza la plenitud absoluta.

Esa plenitud se prolonga por su propia radiación, pero también por todos aquellos individuos que de alguna forma culminan un balance de vida similar, lo que hace que el espíritu de Jesús esté presente no sólo en todo el devenir humano, sino en el de todos los otros ámbitos, pues en todos ellos han habido individuos que han hecho el recorrido de la inmanencia a la transcendencia con total plenitud. Presencia que comparten el Padre y el Paráclito, pues en ningún momento abandonan su condición triuna.

Es notorio que la actual globalidad planetaria la eficiencia solidaria sobrepasa la incidencia que pueda alcanzar la transcendencia de los seres humanos considerados aisladamente, por lo que cobran especial relieve la estable estructuración de sus interacciones y de las leyes que las regulan, lo que confiere al Paráclito un especial protagonismo, al sobrepasar la confesionalidad cristiana, lo que no significa que ésta deba sentirse marginada, sino todo lo contrario, pues siguen siendo central su función vinculante, lo que confiere al Curso-taller de Nacho una oportunidad providencial.

La superposición de las distintas manifestaciones triunas, puede llevar a intentar establecer un paralelismo directo entre ellas, como podría ser entre individuo-ser-entorno y reptiliano-límbico-cortical pero no es así. La condición triuna del cerebro está referida al individuo y el hecho de que el límbico sea el que deba unir y armonizar al reptiliano con el cortical, no significa que en él se resuelva el ser y que los sentimientos pertenezcan al ámbito espiritual. Los sentimientos forman parte del individuo y en su desarrollo tienen especial importancia los mecanismos somáticos. Pero no siempre los buenos sentimientos se corresponden con buenas acciones, sino que la comodidad o la cobardía los convierte en estériles, sin la debida incidencia en el entorno y, por lo tanto, sin el adecuado desarrollo del espíritu.

Es evidente que si se toma la dinámica triuna como hilo conductor para construir el nuevo paradigma o Suma que la humanidad necesita, será necesario desarrollarlo de forma que se aborden todas las cuestiones y se aten todos los nudos. Pero antes parece conveniente alcanzar un mínimo consenso sobre la validez de este hilo conductor y que problemas, limitaciones y contradicciones puede presentar, con el fin de realizar las necesarias correcciones o aclaraciones antes de proceder a su engorde, a lo que puede contribuir decisivamente las opiniones de los lectores de Atrio.